
En su rostro enjuto y cansado, se reflejan los años de sufrimiento, de lucha abnegada, y de llanto escondido, para que sus hijos no la vieran llorar.
En su tristisima mirada se refleja el dolor de una madre que sufre y espera, y que no se cansa de esperar y orar por la libertad de sus hijos.
Ahora, me toca la difícil tarea de dar el pésame a sus hijos y demás familiares. Pero...¿cómo puedo yo mandar un mensaje de condolencia si sé que Gloria no se ha ido?, ¡si estoy segura que las madres como Gloria Amaya González, son eternas!
Martha Pardiño
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