
Se cumplieron 10 años de la fatídica fecha en que Hugo Chávez asumió el poder, para no querer soltarlo a confesión de parte hasta el 2049. Quienes no nos dejamos engatusar por promesas imposibles ni por su maníaca oratoria, lo advertimos en el confuso discurso de la toma de posesión del 2 de febrero de 1999.
En ese instante debieron dispararse las alarmas e imaginar que el país iría hacia una dictadura si dejábamos permanecer en el poder a ese mesías revolucionario envuelto en un manto de arcaico nacionalismo.
Teníamos que aprovechar la primera oportunidad electoral para desalojarlo de la presidencia. Pero no fue así, su poder creció enormemente durante este decenio y prácticamente se convirtió en un autócrata.

Se comenta de una especie de Plan que se ejecutará si gana el "No" que adversa la propuesta inconstitucional del 15 de Febrero, en la que el señor Chávez violenta a la Constitución para eternizarse, en sus palabras hasta el 2049. El Gobierno no reconocerá la derrota y llamará a sus grupos violentos para repeler con violencia a los opositores que denuncien el fraude. El plan contempla la toma de Globovisión y controlar la emisión de información radial.
No hay nada que celebrar en Venezuela. La tragedia no está en lo que nos ha tocado vivir, sino en lo mucho que tenemos que poner para reconstruir lo destruido.
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